martes, 17 de noviembre de 2015

Los personajes son tan humanos como nosotros o cuando la complejidad hace que todo sea posible

 Llevo una hora escribiendo y me he parado a pensar en la conexión que un autor tiene con sus personajes; en la forma en la que sabe cómo se comportarían en una situación u otra, e incluso no puede evitar extrapolarlo a su vida cotidiana (algún día os hablaré de un personaje en particular, que difícilmente podría ser un modelo a seguir, pero en el que sigo pensando aunque ya no esté con su historia). 
Lo más extraño es que en esta obra en particular, «El rompecabezas mecánico» para los que no hayáis leído la entrada anterior, cosa que os animo a hacer, no puedo evitar dudar antes de escribir un diálogo que ahonde en el personaje que habla o una acción determinada. Quizás sea porque el ser humano es impredecible: no siempre es siempre valiente ni siempre cobarde, cualquier persona puede ser un héroe por un día y os aseguro que en mi historia tienen que hacer frente a todo tipo de acontecimientos. Amo hacerles sufrir, soy así de cruel. 
Ahora llevo casi 29 000 palabras y les siento vivos. Lo que es algo extraordinario porque esta es de las pocas veces, por no decir la primera, que puedo ser consciente de que la figura del héroe, igual que nos pasa a las personas, va formándose a lo largo de la vida y aunque la vida le atice una y otra vez, vuelve a levantarse con un poco más de coraje. 


Un saludo. 

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