¡Espero que estos reyes hayan venido cargados de regalos y buenos
propósitos para el 2016! En mi caso, no puedo quejarme, sobre todo en lo que se
refiere a libros y como llevo mucho sin traducir, al abrir uno de ellos y leer
un par de frases (de un libro que ya me había leído en inglés un millón de
veces) había muchas cosas que me saltaban a la vista.
En defensa del traductor tengo que decir
que como toda la gente de mi profesión, soy puntillosa y es algo bueno, siempre
y cuando no afecte a tu vida cotidiana. Algo que es prácticamente imposible que
no ocurra, con carteles, mensajes o simplemente hablando con gente (porque el lingüista
nunca deja de serlo).
Volviendo al tema de la traducción,
después de leer un poco más de ese libro, he vuelto a pensar en la traducción
de los libros young adult (joven adulto en español o a partir de 12 años como
dicen algunos) y la forma en la que mezcla un registro infantil con un léxico incoherente
teniendo en cuenta lo difícil que resulta de entender, porque pretenden que
sean preadolescentes los que los compren.
Y luego está la traducción de
"fuck" o “gosh” en inglés, que en español puede traducirse por
términos fuera de contexto para ciertos personajes como "hostia".
Siento tener que poner este ejemplo pero, ¿de verdad hacía falta?
Entiendo la dificultad de traducir una
novela para un rango de edad que no es el tuyo y que la traducción en sí es el
trasvase de una cultura a otra, a pesar de esto se puede hacer un gran trabajo
como lo hizo Enrique Mercado con la traducción al español de La reina roja.
¿Qué pensáis sobre el tema? ¿Me estoy
excediendo o créeis lo mismo que yo?
Pasad un gran día.
Un saludo.
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