Estos últimos días he estado solo con mi trabajo de fin de grado
(no estoy segura de sí existe en Hispanoamérica), y para los que no sepáis lo
que es, suele ser sobre el análisis e investigación que se lleva a cabo el
último año de la carrera universitaria, a partir de un tema relacionado con lo
que hayas estudiado.
El mío es sobre la traducción, doblaje y
subtitulación de mi película favorita. ¡Una película! ¡Y tu película favorita!
Pensaréis. ¡Eso debe ser divertido y mucho más sencillo que cualquier otro tipo
de trabajo!
Y en cierto modo lo es, pero eso no quita
el factor de que me vea obligada a ver ciertos fragmentos una y otra vez, que
tenga que buscar apuntes, libros de lingüistas y, que en ocasiones, pocas,
menos mal, empiece a detestar esa gran película.
Esta entrada, en efecto, es para hablaros
del gran contraste que existe en el doblaje y subtitulación de esta película en
particular. Ambas son perfectas a su manera, todo hay que decirlo. Mientras que
la subtitulación es completamente fiel al inglés, dentro de lo correcto y sin
hacer calcos, el doblaje hace cambios que pueden ser innecesarios pero que me
siento incapaz de decir que sean erróneos. No, simplemente facilitan que
ciertas situaciones sean comprensibles al hacer que el espectador sea partícipe
de la situación y que la película sea absolutamente hilarante.
A veces creo que ser lingüista te
convierte en un obseso de la corrección del lenguaje; pues estoy francamente
orgullosa de trabajos tan buenos como esos.
Un saludo.
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